«El Gran Poder nunca va de visita. Allí donde va, se queda; allí donde le abren las puertas, reside. Da igual que sean las de una parroquia, un barrio o un corazón.» Así se despedía la Hermandad del Gran Poder, a través de la red social Twitter, de su estancia en los Tres Barrios (en realidad, cuatro) en la tarde del pasado viernes. Y es que deberán pasar muchos años, bastantes, para que a los sevillanos que hemos tenido la suerte de vivir este momento, se nos olvide lo ocurrido en las últimas tres semanas. Pero, no será éste, un artículo sobre los resultados de la labor pastoral o sobre su perfil puramente religioso, sino una reflexión sobre cómo una marca, puede poner patas arriba, no sólo su sector, sino liderar la agenda religiosa (por supuesto), la económica, la política y la social, de nuestra ciudad.
Y es que esto no ha sido una actividad relacionada con la fe, la fe de tantas y tantas personas que ven en la figura del Nazareno de San Lorenzo la calma a todas sus penas. Esto ha sido la mayor demostración de generosidad y liderazgo que se recuerda en la Sevilla moderna. Sí, generosidad y liderazgo. Porque mientras unos y otros hacen el paripé en el pleno-parlamento-congreso sobre la vergüenza de contar con 4 de los 10 barrios más pobres de España, el Gran Poder ha obligado a todos a desplazarse a la zona, a que se visibilice su realidad, a que en las fotografías aparecieran desconchones y ropa tendida, a que lo acompañaran gente con ropa deportiva y de muy distintas etnias, a conocer las historias de tantas y tantas personas que el puñetero Covid se encargó de quitarles la posibilidad con la que soñaban, que el Señor de Sevilla viniera a su casa…
Y a mucha gente le ha cogido con el pie cambiado. Sí, querido/a lector/a, sabes a quien me refiero. A esa gente que piensa que extramuros no es Sevilla y que no sabía ni como se iba al Núcleo Residencial Las Aves o por dónde quedaba Madre de Dios. A esa gente que asegura que el Señor no tiene que desplazarse, que la gente puede ir a verlo a la Basílica. A esa gente que cree que Sevilla es sólo el centro, y que ni se imaginaba que a 30 minutos andando de San Lorenzo, te encuentras con las tasas de pobreza más altas de España. Donde apenas existe presente y donde ven el futuro…
¿Sabes, querido/a lector/a eso que ocurre cuando unos novios se enfadan y se separan, que cuentan cositas malas del otro a sus amigos, estos se convierten en talibanes frente al enemigo y, pasados los días, los novios se arreglan y el entorno queda retratado? Pues algo así ha ocurrido con todo esto. No, es que al señor no se le aplaude, se le aplaude si sale del corazón de su gente. No, es que el Señor no puede ser llevado por cualquiera, lo va a llevar todo aquel que quiera. No, es que el Señor va sin música, no puede andar al ritmo de una marcha, pues el Señor ha ido con música, al son de las marchas y al son de los corazones que lo seguían. No, es que el Señor no se vuelve, pues el Señor se volvió al dejar atrás su casa, los Tres Barrios, mientras su gente le aplaudía. Y no pasó nada…
Bueno sí, sí que pasó. Pasó que la Hermandad del Gran Poder ha propiciado la mayor muestra de COMPROMISO (¿Qué es una marca si no? Una promesa) con su ciudad, con sus ciudadanos, dando un necesario golpe encima de la mesa para que TODOS tuviéramos que mirar debajo de esa alfombra que nunca queremos levantar, pero que algún día tendremos que atender. Quizás de esto iba aquello que tras la pandemia saldríamos siendo mejores…
Sergio Franco
Foto Principal: Hermandad del Gran Poder, Sevilla