Hace tiempo, bastante tiempo que quería escribir sobre la comunicación, Pero no para hacer un relato teórico, en busca de aparecer en las búsquedas para explicar aquello que tienes o no tienes que hacer para triunfar. No. Yo quería hablar de la gran mentira de la comunicación, y la actualidad parece que me ha invitado a ello.
«Gracias» a la coyuntura política, asistimos estos días a un momento que si bien es triste, descorazonador e indignante desde nuestra perspectiva de ciudadano, es extraordinariamente relevante desde el objetivo de la comunicación. Veamos. En España, mediante sufragio universal, los ciudadanos votan a sus representantes (por circunscripciones) para que vayan a Madrid y defiendan sus intereses. En esta línea, el camino debería ser que los temas de interés general se pusieran encima de la mesa y se fueran resolviendo en relación a los votos de la cámara. Pero la realidad es bien distinta…
El control del relato, obsesión de los partidos…
En cambio, los partidos políticos se constituyen en grandes marcas (grandes empresas) que utilizan la confianza de la ciudadanía para, en primer lugar, buscar el beneficio propio (el de su partido como organización) y después pues ya veremos. Pero claro, esto habrá que vestirlo de alguna manera ¿no? ¿Cómo se hace? Dado que lo importante no es lo que sucede, sino lo que parezca que sucede, los partidos políticos saben que quien controle la comunicación podrá escribir el relato alternativo que desee que nosotros, el pueblo, nos traguemos, para así, condicionar nuestro voto una y otra vez… Lo primero, cada vez que hable mi líder, aplausos como si no hubiera un mañana, hasta que él/ella, nos haga un gesto para que nos sentemos… Pero esto ha sido siempre así, ¿no?
Sí, siempre ha sido así, porque es así desde que el hombre es hombre y se comunica con su entorno. Pero en este terreno, hasta hace poco, estas marcas podían controlar la opinión pública con el control de los medios, éstos que según te portaras, te aupaban o te acercaban a la puerta. Pero… ¿y ahora? El acceso a la información, ha democratizado el debate, bajándolo a las redes sociales, lo cual ha supuesto un esfuerzo ímprobo a los partidos en los últimos años. Así, pudimos asistir a una negociación casi online con reproches, falsificaciones, vetos y no sé cuantas cosas más. Las «fake news», los perfiles robots en las redes, todo vale para que el mensaje cale en la ciudadanía.
Pero no se despiste, querid@ amig@, si bien hay veces que se pierde el control, todo está diseñado para que el foco se oriente a que si el ego le ha podido a Pablo, o a que si Pedro desconfía, a que Alberto tiene una nueva novia o a que si los azules están más cerca de los verdes o de los naranjas.
Y mientras tanto…
Y así pasan los días, sin señalar que si lo recuerda, los ciudadanos fuimos a votar el 28 de abril, ¡el 28 de abril!, que se han sentado a «negociar» 48 horas, que les estamos pagando desde el 21 de mayo y que si vamos a elecciones de nuevo, no habría gobierno hasta febrero, ¡febrero del 2020! Y mientras, usted, si tiene la suerte de tener trabajo, lleva todo este tiempo levantándose temprano para que a sus señorías no les falte ni la correspondiente dieta, ni su ipad,…
Si hay alguna empresa que aún piense que la gestión de la comunicación no van con ellos, creo que los ejemplos del día a día pueden ayudarle a reflexionar. Miren si es importante que somos capaces de ir al supermercado y no querer pagar una bolsa de 5 céntimos y no movemos un dedo por todo lo que nos cuesta la broma. Ah, pero tenemos apps para ver decirle a los demás, cómo seremos de viejos…
Sergio Franco
Jose Antonio
No puede ser más cierto todo lo que mencionas.
Como español comprometido lo que me pregunto es: ¿cómo podemos cambiar este despropósito?
Además de ser magos de la comunicación, son unos expertos en “anestesiarnos”.
No se que más nos tiene que hacer la clase política para que reaccionemos.